sábado, 15 de junio de 2013

En capellanes. En compañía. Salió una raya.

Hola amigos.

Esta semana el morralla team, con nuestro tercer componente, espóradico (cuando sus obligaciones, ejem, se lo permiten), decidió tentar por la zona norte  conocida por Capellanes, en Can Picafort.

De cebo llevábamos americano, navaja viva y tiras de sepia fresca (cuando la compré el primer día, jeje).

La tarde-noche era espléndida: bastante calor, casi nada de viento, la mar bastante calmada y el agua clara. La jornada prometía.

LLegamos a la zona sobre las 20:15 horas, descargamos los aparejos (menos mal del carrito que me he agenciado, que si no..) y nos dirigimos, tras pasar por un chiringuito de playa a una zona libre de bañistas y con unas hamacas que nos servirían para acomodar las cañas y demás enseres pesquiles.

Lanzamos las 3 cañas pues en la anterior jornada se me cascó un carrete y los nuevos todavía no me habían llegado.  Pasaron un par de horas y la morralla se alimentaba que daba gusto. La prueba aquí:


Un pequeño mabre que el anzuelo era más grande que su cabeza. Como no falleció en la tarea de comerse el cuco americano, lo devolvimos al mar.

Pasaban las horas de forma amena.


Mientras, el hambre hacía acto de presencia para estos sufridores de la noche. He aquí una muestra de ello. Nuestro amigo Cristian Devorando un bocata hecho del Forn Can Alba de Inca.


Y a eso de las 23 horas, vemos como la caña central se empieza a mover y el avisador luminoso de picada elevarse de forma vertiginosa de la misma forma que nosotros hacía ella. El carrete escupía hilo que era un gusto. Aquí el menda librando la batalla cerrando y abriendo el freno para no partir la linea del 0´18 nou cast mimetic arena que tenía montado en la flamante bobina de teflón de mi carrete daiwa crosscast.  Y tras un cuartito de hora nos apareció.....


Una ferrassa (raya) de más de un kilo de peso con un aguijón en su cola que intentaba clavar...puñetera. Tras debatir que hacer con ella pues es un pescado que no tenemos el gusto de haber probado antes, decidimos que debía hacerse más grande y la indultamos. 


Por fin. Después de varias, muchas, demasiadas jornadas sin haber tenido ninguna suerte, la racha acabó con una bonita captura, una bonita lucha y la adrenalina de ver en plena acción a mi avisador de picada casero, nos cubrió de satisfacción. No sin antes suplicar cuando pillaremos a nuestro gran espárido, esa pepona o princesa..



En otra ocasión será.

Hasta pronto amigos.